“La frecuencia de los elefantes (Loxodonta africana) sin colmillos aumentó del 10% al 38% en el South Luangwa National Park, Zambia, al parecer provocada por la caza furtiva de elefantes por su marfil1”.
 
 
 
 
¿Sorprendente? Los furtivos acabaron con los elefantes con colmillos y casi solo se pudieron reproducir los que no los tenían. Resultado: transmitieron este rasgo hereditario a su descendientes.
 
Seguramente este es un tema polémico para los cazadores. ¿Selecciona la  caza negativamente a las poblaciones? ¿Si cazamos los animales con mejores cualidades no estaremos dejando a la población a cargo de los peores reproductores? ¿Tenemos que tener este aspecto en cuenta cazadores y gestores?
 
En un largo artículo publicado en 2008 por investigadores de Norteamérica y Nueva Zelanda se revisa el tema2. Reproducimos algunos de los aspectos que más nos han llamado la atención. Los comentarios en cursiva muestran solo mi opinión personal.
 
Los autores se sorprenden de que el efecto de la caza sobre la evolución de las especies fue escasamente estudiado por Darwin y lo achacan a su pasión por la caza. Sin embargo, Darwin era consciente de que la caza de los animales más deseables podría disminuir la frecuencia de los estos fenotipos en la población. Si cazamos los animales más grandes, solo quedarán los más pequeños para reproducirse, transmitiendo esta característica a las siguientes generaciones.
 
Los seres humanos se han aprovechado de las poblaciones silvestres de animales para comida, ropa y herramientas desde el origen de los homínidos.
 
La caza por los humanos de las poblaciones silvestres casi nunca es aleatoria. Es decir, los individuos de cierto tamaño, morfología o comportamiento son más propensos que otros a ser retirados de la población mediante su caza. Esta eliminación selectiva llega a lograr un cambio genético en las poblaciones explotadas si el fenotipo seleccionado tiene por lo menos de forma parcial una base genética.
 
 
 
Por otro lado, incluso cuando la caza no es selectiva puede causar un cambio genético; una mortalidad uniformemente creciente independiente del fenotipo producirá una maduración sexual a una edad más temprana. Esto es algo comprobado empíricamente por muchos cazadores de jabalíes; si se caza de forma intensa las jabalinas tiene sus primeras crías muy precozmente.
 
Además, prácticamente toda la caza establece elementos selectivos de algún tipo: los animales son cazados por su tamaño corporal, el color del pelaje, o el tamaño de los cuernos y astas. La caza puede producir la situación paradójica de la selección en contra de los rasgos que son preferidos por los cazadores.
 
Un ejemplo. En el este de Canadá los peleteros pagaban tres veces más por la variante plateada de la piel del zorro rojo (Vulpes vulpes), por lo que era el fenotipo más deseado por los cazadores.  
 
 
 
La frecuencia de la deseada morfología plateada disminuyó del 16% en 1830 al 5% en 1930. Se llegó a la conclusión de que esta tendencia podría explicarse por una tasa ligeramente mayor de caza de los zorros de piel plateada (supervivencia de un 3% menos) que los fenotipos de color rojo y los cruzados de ambos (heterozigotos), para un intervalo generacional de 2 años.
 
 
 
¿Y los corzos? Lo veremos en otra entrada de Corzo +.
 
(Continuará).
 

1Jachmann H, Berry PSM, Immae H. Tusklessness in African elephants: A future trend. Afr J Ecol 1995;33:230-5.

2Allendorfa FW, Hardc J. Human-induced evolution caused by unnatural selection through harvest of wild animals. PNAS 2009;106 (S1):9987-94.